La obstrucción de los bronquios se produce por una serie de estímulos que se encuentran en el medio ambiente, como los ácaros del polvo, pelos de animales (sobre todo de gatos y perros), humo de tabaco, contaminación ambiental, productos para limpieza, el polen, medicamentos como aspirina, y otros elementos que pueden afectar más a unos pacientes que a otros, dependiendo de su grado de sensibilidad a dicho estímulo. También las infecciones respiratorias agudas pueden desencadenar las crisis asmáticas.

Esta enfermedad crónica puede aparecer en cualquier etapa de la vida, sin embargo la mayoría empieza en la niñez. Puede permanecer muchos años sin generar manifestaciones, y tras presentarse algún factor desencadenante, volver a exacerbarse.

No tiene cura, pero existen tratamientos eficaces que permiten al paciente recuperar su calidad de vida. El objetivo es que la persona afectada controle su enfermedad y de esta forma pueda evitar las crisis y haga una vida normal. El control del asma exige un gran compromiso de parte del paciente.

El asma bronquial es una enfermedad crónica reversible caracterizada por un incremento en la reactividad de los bronquios (que causa el espasmo bronquial), asociado a una inflamación de la mucosa (recubrimiento interno del bronquio) y a un incremento de la secreción de moco que obstruye aún más el pasaje del aire a los pulmones.

El asma provoca síntomas tales como respiración sibilante, sensación de falta de aire, opresión en el pecho y tos improductiva. Si no cede al usar un broncodilatador se está iniciando una crisis asmática.