Seguramente te pasa que ciertos días llegas con mucha energía y motivación al trabajo, pero hay otros en los que te sientes muy cansado y en lo único que piensas es en la hora de salida. Esto puede deberse a ciertos desajustes en tu rutina diaria, como en las horas de sueño (hay días en los que duermes más y otros menos) o en la alimentación.
Es precisamente este segundo aspecto (la comida) el que influye mucho en la productividad y en cómo te sientes a diario.
Come alimentos que te den mucha energía
Si quieres energías para estar bien activa durante todo el día, entonces come verduras, granos enteros, fruta, grasas saludables y proteínas magras. Toma un desayuno saludable (yogurt, cereal, jugos o avena) y prepara tu almuerzo en casa, esto es muy importante ya que los alimentos hechos en los restaurantes o lugares de comida rápida tienen mucha sal, proteínas de azúcar, grasas y harinas, que además de hacerte sentir hinchada y lenta pueden ser la razón de la acumulación de grasa en tu abdomen.
Respeta tu hora de almuerzo
Evita comer en el escritorio. Desconéctate de todo lo que sea trabajo y tómate tu tiempo para comer y obtener las energías que necesitas para la tarde. Si puedes comer en un lugar que esté al aire libre hazlo.
Come de manera consciente
Cuando comas tienes que estar concentrada y evitar cualquier tipo de distracción como revisar el correo electrónico, chat o las redes sociales en el celular. Tampoco hables del trabajo. Tómate tu tiempo para comer lentamente y saborear tu comida. No comas rápido, que tu cuerpo se de cuenta que estás comiendo.
Toma agua
¿Sientes dolores de cabeza? Sabías que es un síntoma de la deshidratación leve. Este dolor puede desconcentrarte y afectar tu productividad en el trabajo. No ignores la sed. Cuando tu cuerpo siente que necesita agua te lo pedirá. Lo recomendable es beber entre 6 y 8 vasos de agua diarios. Si notas que tu orina es de color claro o transparente, es que vas por buen camino.
Muévete
No solo la alimentación, también el movimiento es importante. Si trabajas en una oficina, lo más seguro es que estás sentada casi todo el día. Lo que tu cuerpo necesita es mantenerse en movimiento, así que aprovecha cada oportunidad para hacerlo. Por ejemplo, si tienes que conversar algo con tus compañeros ponte de pie y ve hasta su sitio, olvídate de enviar correos. También puedes salir a dar una vuelta después del almuerzo o cuando vayas a comprar algo a la tienda e incluso realizar algunos estiramientos en tu escritorio.