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El Niño 2018-2019 y la danza del océano con la atmósfera

  • 8/11/2018

En el mundo hay muy pocos meteorólogos. Es una carrera compleja. Difícil de aprender y muy completa en ciencias. Ello, por el bagaje de física, química y matemáticas que hay que dominar.

Contradictoriamente, siendo el clima un asunto tan importante en nuestra sociedad y sobre todo en nuestra economía; la cantidad y experiencia de nuestra comunidad científica aún es insuficiente para desentrañar sus secretos que tanto daño pueden producir como fue el caso de El Niño Costero del 2017. Nadie, sencillamente nadie, lo vio venir hasta que estuvo prácticamente encima de nosotros con su monumental cifra de daños.

Hoy, en las puertas del verano un nuevo episodio de El Niño parece estar desarrollándose. Como la gran mayoría de ellos, no se espera algo similar a lo que nos tocó vivir en 1983, 1998 o 2017. Es, o sería más bien, uno de los tantos episodios débiles o moderados cuyo impacto es menos tangible que las inundaciones, pero no por ello desdeñable.

Al momento de escribir estas líneas, las temperaturas en el centro del Océano Pacífico, en las áreas donde se determina o no si existe El Niño, las temperaturas del mar -el más común indicador de su presencia- han alcanzado ya valores propios de un evento de moderada magnitud. Ese Niño para ser tal requiere que el calentamiento del agua relaje el viento que sopla sobre ella. Este relajamiento, sostiene el calentamiento del mar y la danza continua que hace persistir a El Niño por meses se inicia.

La atmósfera aun no danza. Los modelos que simulan los vientos, indican que lo hará en noviembre. Si lo hace, tendremos como principal impacto menores lluvias en gran parte de la sierra sur y central. Eso no es bueno. Nos va a costar en energía, riego y sanidad.

El otro tema es el Niño en la costa. Hay una considerable cantidad de agua más cálida que lo habitual debajo de la superficie y próxima a la costa norte de Perú viniendo desde el otro lado del Océano Pacífico. Si esa agua emerge y relaja los vientos sobre ella, tendríamos una versión costera de El Niño, probablemente débil. Hasta ahora la danza de los vientos en la costa no lo permite. Hay dudas importantes respecto de que lo haga. Por eso, al cierre de octubre es más probable que no; que se presente el Niño en el centro del Pacífico y es casi tan probable como no, a que se presente en la costa.

Es la manera más fácil de describir el difícil lenguaje de lo que hoy los meteorólogos están discutiendo.


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